
La preocupación
por decorar la entrada del Palacio de las Cortes, inaugurado en 1850, y
acordándose de que fuese unos leones las esculturas que se colocasen en dicha
entrada, una obra clásica, los leones que pisan el orbe.

Los primeros fue
un diseño de Ponzano que no tuvo suerte, pues debido a la estrecheces
presupuestarias, los tubo que hacer las dos fieras de yeso y pintadas de negro,
para que parecieran de bronce, un año después de la inauguración del
edificio hubo que retirarlo al estar muy
deteriorado, me imagino que se convertirían en alvinos pues al ser de yeso y
haber desaparecido la pintura, habría que tener mucha imaginación para que
pasase por bronce.
También en
aquella época había recortes, estamos tan acostumbrado a ello.
El segundo
boceto fue presentado por José Bellver, nacido de Ávila en 1824, pero de
familia valenciana, hijo y hermano de escultores, labró dos figuras en piedra
fuera de escala para rematar el frontón neoclásico del Congreso, cuyas medidas
eran de 90 centímetros de alto por 140 de largo, las figuras fueron tachadas de “canijas” y
comparadas con perros, siendo su destino enviarlas a un almacén del Congreso.
Ante estas dos
singulares y cachondas situaciones, el miedo al ridículo y generar otro
proyecto fallido, hicieron que a este tercer intento no se estimara dinero ni
tiempo. El autor volvió hacer Ponzano, que aprovechando los primeros leones de
yeso, servirían para moldes de otros nuevos de bronce que se fundirían en la
Real Fabrica de Artillería de Sevilla. El bronce de los cañones tomadas a las
tropas marroquíes por el General Leopoldo O`Donnell en la batalla War-Ras,
librada en 1860 que culminó con la victoria de España.
Estas nuevas
esculturas tardaron ocho años el terminarlas, superando en medidas a las de
Bellver, con 2,10 metro de alto y 2,20 de largo. Los leones fueron colocados en
la entrada de las Cortes en mayo de 1872 y actualmente presiden la entrada del
Congreso.

Manuel Mediano
Vargas Triana
primavera 2018
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