Juan Elías era un lego que habitaba o moraba hallá por el siglo XVIII en el convento sevillano de San Pedro Alcántara, que aunque laico portaba el habito religioso de su orden, realizando tareas de servicios a su comunidad que como donado le asignaban. Este varón de 50 años, entre las obligaciones que tenia era recoger limosnas y donativos de los fieles. Por lo tanto se recorría todos los barrios de Sevilla realizando la labor de limosnero. Siendo muy conocido por la vecindad y labrándose fama de hombre santo gracias a su forma de ”hablar pausado y su voz dulce” acompañado de una melosa serenidad.
El lego servidor de dicho convento, se entretenía en sus visitas por las casas de vecinos para mantener platicas piadosas. Con este pretexto el hermano Juan comenzó a visitar a una mujer del barrio de Triana, Francisca Montero de 35 años y casada. Tras ganarse poco a poco la confianza con consejos piadosos, aprovechaba para acariciar y abrazar a la citada ama, diciendo que no había mala intención en ello, pues solo pensaba en Dios.
En cierta ocasión la convenció para que lo recibiera en su dormitorio, donde la abrazó durante “medio cuarto de hora”, pero ella lo interrumpió, le dio la limosna y lo despidió.
Volvió pasado unas semanas para declararle que no podía pasar sin ella, pero la mujer estaba escarmentada de sus tácticas y le preguntó “si el tenerla presente en todo momento era para encomendarla a Dios”. El hermano Juan tuvo que renunciar su empresa.
A continuación Elías probó con otra vecina de Triana, Teresa del Barco, soltera de 25 años. Con esta fue mas al grano. Le aseguró que podían acostarse sin cometer pecado, pues “aunque yo u otro cualquiera haga esto y le tomes las manos y la abrace, estando […. ] y si entrara a este tiempo alguno y lo viera y dijese cómo hacia esto se escandalizaría el pero a nosotros no nos daría cuidado porque estamos en el amor de Dios y sabemos que en ello no pecamos”. También intento convencerla de que tenia dotes providenciales, pues, según aseguraba, había previsto la muerte de la hija de una vecina.
Francisca que no quedó convencida de lo sucedido, consultó con su confesor el acoso que la tenia sometida el clérigo, el cual le aconsejó que denunciara los hechos a la Inquisición sevillana. En su declaración, Francisca reveló que también su vecina Teresa tenia trato con el citado limosnero. Por lo que el tribunal también la convoco a declarar. Basándose en las declaraciones de las dos mujeres. Los calificadores -miembros del tribunal inquisitorial que determinaban el tipo de delito cometidos elaboraron un informe sobre el reo.
Los inquisidores acusaron a Juan Elías de seguir la supuesta doctrina de Molinos, según la cual las relaciones fuera del matrimonio no eran pecado, ademas de hipócrita, embustero, ignorante de lo que predicaba y sospechoso delito de leve en cuanto a la fe, por lo que fue encarcelado y condenado.
Al citado Juan Elías por lo visto parece ser que estaba obsesionado con las trianeras, pero no tuvo en cuenta lo difícil que es dar “ojana” a las hijas de Trajano.
Manuel Mediano Vargas Triana verano 2017
Fuentes: Milagreros, libertinos e insensatos.
Galería de reos de la Inquisición de Sevilla.
Nacional Geographic. Histori
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