Balcón Trianero

domingo, 24 de septiembre de 2017

Delirios - Santiago Martín Moreno

Hemos atravesado un puente, pasamos de forma tangencial por la hermosísima Plaza de Cuba y torcemos hacia la derecha.

Ahora, siguiendo siempre la ribera, se pasa por el muelle de Camaroneros, y el principal barrio de la gente de la mar, y la imaginación del visitante y su cultura, cree ver a la cercana flota de Magallanes y el Cano ya pertrechados y dispuestos para circundar la tierra, con el entusiasmo de sus años, vistiendo la gorra de marinería, comiendo confundido con los viejos pescadores, en cuyas caras arrugadas se nota la inclemente sobriedad del Guadalquivir. Las mozas trianeras de la Plazuela pasan descalza, con sus faldas plisadas o volantadas y sus camisas blancas de algodón o lino; brillándole los castaños ojos bajo unos hermosos flequillos, haciendo juego con la corona de cabellos, y que nos recuerda a la niña Manuela, aquella apasionada que muere dulcemente, como luz que se extingue, al ver que se aleja para siempre la ternura de su Poeta.

Desde la muralla a la altura de la calle Duarte, es verdad que este panorama es la mejor decoración que puede encontrar un artista para reflejar unas escenas de amor. 

El rio le acaricia dulcemente, sin espumas ni alterables ruidos; las doradas barcas de alquiler del Puerto bajan hasta el borde del agua por las rápidas pendientes cercanas al Jardincillo, talud de esbeltos eucaliptos, con sus macizos de flores y sus vistas esplendorosas de la alberada Torre del Oro o el señorial Giraldillo que culmina la Giralda. 

Las leves ondulaciones del rio abrazan las caricias del sol con sus destellos de oro en la media mañana; las aceras se tiñen de suaves rosas y las fachadas y bares que tienen sus cimientos casi besuqueando el rio, y los aleros asomados al borde de caminos de agua. En su costado hacia el sur, a muchos metros de distancia, esparcidas por la parte baja de la Punta del verde, que sigue al río, blanquean, circundadas por dorados nimbos, las diminutas islas ribereñas. Hay en el ambiente cargado de luz, color y aromas, rumores de besos y batir de alas donde se siente el tibio estremecer sublime del amor en las venas. 

Se experimenta la necesidad de unir la boca a otra boca, de soñar con la felicidad de tener en una de esas blancas casitas de la coqueta y muy antigua Vera del Río, rodeadas de corrales, y en la que vivir, al lado de la mujer amada, sintiendo siempre el susurro de la cercana Pureza, sin mas fortuna que una barca con la que traginar la pesca del Barbo o el Arbur, ni mas traje que los calzones y una gorra azul sudados por el tiempo, sacando la comida de este río al compás de los privilegiados días de una Velá inigualable, y que encantan, indudablemente, a los peces, y hacen que voluntariamente salten dentro de la red.

Pero ya estamos a la altura de la escalera de Tagua y termina la dulce Poesia. La parte crucial de Triana desaparece tras la isla de la Cartuja, en cuyos llanos se yerguen los recuerdos de aquella Expo del 92.

En fila, por la calle Betis, avanzando sus frescas terrazas sobre el "interminable" banco de piedra sobre los hombros de la zapata, se abren a la ciudad los populares restaurantes y bares de todo tipo. Allí en tierras de la madre se beben sus vinos aljarafeños, se toman las tapas y se devoran mil raciones de pescaito frito. Y mientras la vista se distrae con aquella otra orilla a la que desde aqui llamamos Sevilla, lo hacemos regozijando nuestros oídos con los cantes de un Arrabal cuyo Espíritu parece escapar por las ventanas y las azoteas cubiertas de geranios, claveles y gitanillas, mientras por el río se deslizan un sinfin de piraguas al igual que aquellas con las que se celebra una fiesta cada año allá por la primavera. Yo atraco aquí mi barca, pero no creáis amigos lectores que Triana también lo hace; ella seguirá hasta que queramos... Santiago Martín Moreno.-



B.T.- Nuevamente quien firma esta aportación, demuestra el conocimiento que el tiene día a día, "Desde su barrio"; ello no satisface y ante la entrada de este equinoccio, observamos que con la vitalidad de la historia del barrio trianero que nos describe; demuestra la excelente calidad de su pluma.

¡Reconocidos por los anteriores artículos y de manera especial del presente!.- 


                        Casas rurales autenticas

mesones@constantinacasarural.es

1 comentario:

  1. Comienzo por agradecer y admirar a nuestro polifacético artista, Santiago Martín por sus entradas en esta destacada página cultural sevillana, especialmente ésta cuya prosa describe profundamente a mi querido barrio de Triana, representativo de Sevilla.

    B.T siempre a la vanguaria de la cultura sevillana se hace eco al regalarnos el alma de la sevillanía, bien merecen ambos nuestro sentido homenaje, señores.

    Mi más cariñosa enhorabuena para los dos.

    ¡VIVA TRIANA!

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