LA CUSTODIA DE ANDRÉS OSORIO.
Salia S.M. en decente custodia, para que el capitán Fernando de Vargas y Mendoza dio unos faldones de tela de oro el año de 1644 y un guion; mas después trato la hermandad de construir la rica de plata que hoy posce, cuyo primer cuerpo lo concluyó el platero Mateo Ximenez en 1651 y al fin la remató en el de 1667 Manuel Duarte, ensayador y platero quien hizo lo demás y un viril dorado, que donó a la hermandad.
La fervorosa devoción que esta cofradía le profesa a la Inmaculada Concepción de nuestra Señora la estimuló a promover su culto y presidir en su capilla la maravillosa imagen que tallara Miguel Franco (1701-1711) autor también del retablo que embellece la citada capilla.
Manuel Mediano Vargas Triana víspera del Corpus
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HISTORIA:
Domingo infraoctava del Corpus, junio de 1726. La mañana ha estado lluviosa y por la tarde el tiempo continúa revuelto. La procesión del Corpus Chico de Triana, un año más, no puede salir a la calle. Hace casi veintitrés años que no se hace la procesión general del Corpus, “con no poco desconsuelo de la Hermandad y de todo el pueblo de Triana”, como dice el libro de Cabildos de la hermandad Sacramental. Y el desconsuelo era mayor porque precisamente este año la hermandad estaba de estreno: una hermosa custodia nueva.
(Próximo capítulo Tormentas y susurros)
Domingo infraoctava del Corpus, junio de 1726. La mañana ha estado lluviosa y por la tarde el tiempo continúa revuelto. La procesión del Corpus Chico de Triana, un año más, no puede salir a la calle. Hace casi veintitrés años que no se hace la procesión general del Corpus, “con no poco desconsuelo de la Hermandad y de todo el pueblo de Triana”, como dice el libro de Cabildos de la hermandad Sacramental. Y el desconsuelo era mayor porque precisamente este año la hermandad estaba de estreno: una hermosa custodia nueva.
(Próximo capítulo Tormentas y susurros)
1. LA CUSTODIA:
Justino Matute, en su obra Aparato crítico para escribir la historia de Triana, atribuye la custodia de Santa Ana al platero Manuel DUARTE, que la termina hacia mediados del siglo XVII. A partir de Matute se ha venido repitiendo de una forma casi unánime y mimética dicha paternidad. MATUTE basaba dicha información en documentos existentes en el archivo parroquial que hablan de una custodia que terminó para la Hermandad Sacramental dicho platero, oficial de la misma. En el año 1974, cuando procedíamos a reorganizar el archivo parroquial, encontramos un Libro de Cabildos de la Sacramental, del siglo XVIII, en el que se da cuenta de una custodia procesional que se está haciendo. Es posible que el historiador, que conocía bien el archivo de Santa Ana, no viese dicho libro o, si lo vio, no sintió curiosidad por su contenido, cosa habitual en los investigadores que están interesados únicamente en un tema determinado. La profesora Mª Jesús Sanz, que por estos años está preparando su libro Orfebrería Sevillana del Barroco, con los datos que le proporcionamos da ya cuenta de la nueva paternidad y datación de la custodia. Porque la custodia de DUARTE estaba ya “fenecida” y “consumida”a principios del siglo XVIII.
Aunque con toda honradez hemos de reconocer que no fuimos los primeros en descubrir la autoría de la custodia, ya que en cierta ocasión pudimos contemplar una postal, posiblemente de los años treinta, con la imagen de la custodia y el nombre auténtico del maestro platero. No hemos podido encontrar dicha postal.
1.1. LOS INICIOS
El tres de julio de 1712, la Hermandad sacramental había decidido que se desbaratase la custodia antigua y que con su plata se hiciese una nueva. Nada podemos decir de la custodia que se mandó desbaratar -la de Manuel DUARTE, con toda seguridad-, pero debió de ser, a buen seguro, obra monumental, ya que su plata, fundida, fue suficiente para la hechura de la nueva.
La obra se le encarga al artista platero Andrés OSORIO, al que se le entrega la plata de la antigua. El coste de la hechura se fija en 15.000 reales, que se le entregan en “pago y satisfacción de sus hechuras de la custodia de plata”. No sabemos si dicha cantidad se le entrega al formalizar el contrato, pero presumimos que no, aunque así se diga en las actas del cabildo, pues la Hermandad no tiene mucha confianza en el platero, como veremos más adelante, y algunos de los pleitos van a ser a cuenta de dichos pagos. El contrato de la custodia no lo encontramos, aunque no sería improbable que se encontrase en algún legajo o libro de cuentas de la Sacramental.
Las primeras noticias que encontramos referentes a la hechura de la custodia son del año 1725. ¿Qué ha ocurrido durante estos trece años? La Hermandad afirma que el platero “no tiene motivos para no haberla terminado y que si dicha custodia no se ha concluido ha sido por la mucha desidia y omisión que había tenido D. Andrés OSORIO”. En este año, la Hermandad nombra una comisión para que se encargue de retirar la custodia del taller del platero porque, dicen con toda claridad y sin rodeos, la plata no se encuentra allí muy segura, ya que el dicho platero es un hombre pobre y no tiene bienes para ser fiador de la obra que se encuentra en su poder. Insisten en que si se dilata la entrega de dicha alhaja, se puede experimentar alguna pérdida de la plata entregada.
1.2. LOS PLEITOS:
Pero recobrar la custodia no va a ser tarea fácil. En ese mismo año, 1725, la Hermandad está en pleitos con el platero. OSORIO pide que se le paguen 2775 reales que aún le debe la Hermandad: 1000 reales que se le deben de la hechura de la custodia y los otros 1775 de los gastos que realizó en un diseño de madera, el banco de la custodia, unas varas de hierro, 20 blandones de palo plateado, las borlas y escudo del guión, y en unas bacinillas para las limosnas, que había hecho.
Así van pasando los meses. En marzo de 1726 se apremia judicialmente a la Hermandad para que pague al platero lo que se le debe: 1775 reales. El platero promete entregar la custodia acabada, con los tres cuerpos, remate de la Fe y los cuatro Evangelistas, para el día del Corpus del presente año. Pero advierte que no podrá entregarla si no recibe el dinero que le deben, ya que lo necesita para poder trabajar. La Hermandad no tiene esa cantidad, por lo que acuerda sacarla, prestada, de las arcas del patronato que administra.
El día 19 de mayo la custodia está casi terminada; sólo falta rematar algunas piezas, pesar la plata, y armarla. Así que se decide liquidar las cuentas a Andrés OSORIO y recoger “dicha alhaja” para librarla de los riesgos a los que está expuesta.
1.3. LENTITUD EN LA OBRA:
Casi 14 años ha necesitado el maestro platero para rematar la custodia. ¿Cuáles han sido los motivos de esta gran demora? Posiblemente “la mucha omisión y la pobreza” de OSORIO, como dicen los hermanos; y porque los 15000 reales en que se contrata la hechura han quedado muy mermados con el paso del tiempo. Pero también hay que tener en cuenta la situación económica de la Hermandad. La sacramental de Santa Ana fue una de las más ricas de Sevilla en el siglo XVII, debido a las fundaciones y patronatos que administraba. Incluso a principios del siglo XVIII aún posee bastantes casas y algunas tierras en Triana y en la vega, pero las rentas son muy bajas (algunas las cobra en especie o no las cobra) y el dinero que recibe debe dedicarlo a los fines de las fundaciones. Como hemos visto, para hacer frente a los últimos gastos de la custodia, tiene que tomar prestado el dinero de un patronato.
El día del Corpus Chico de1726 la custodia está ya en poder de la Hermandad, en la parroquia de Sra. Santa Ana. Pero los pleitos con el platero van a continuar a lo largo de los años siguientes. O la custodia no es del gusto de la Hermandad o, lo más probable, había sido entregada sin rematar. Lo cierto es que cuatro años más tarde, en 1730, la encontramos de nuevo, depositada en el taller de Andrés OSORIO, y se sigue pleiteando para que dicho platero la termine. pensamos que el problema sigue siendo el mismo: el orfebre pide más dinero y la Hermandad dice que no puede dárselo.
No sabemos el tiempo que va a permanecer aún la custodia en el taller del platero, pero en el inventario que se hace en el año 1744 aparece otra vez en la casa de la Hermandad. En los últimos documentos relacionados con este largo pleito, no aparece ya el nombre de Andrés OSORIO, sino que interviene un fiador en su lugar. Esto, y la fecha en que nos encontramos, nos lleva a suponer que el remate de la custodia muy bien lo pudo realizar el hijo del platero, Antonio OSORIO.
1.4. DESCRIPCIÓN DE LA CUSTODIA:
Carecemos de una descripción de tallada de la custodia de la época en que se está labrando, pero sí conocemos la que se hace en el inventario de 1789. Dice así:
“Custodia de plata de exquisita hechura, con tres cuerpos.
El primero se compone de una basa separada, grabada con atributos del sacramento, sobre la cual se asienta el primer cuerpo que se compone de ocho columnas labradas, con sus pedestales y cornisas; y entre cada dos va un Evangelista de a cuarta de alto, de movimiento y con sus tornillos (a uno de ellos le falta el remate de la insignia que tiene en las manos o pluma).
El segundo cuerpo se compone de otras ocho columnas con 16 efigies de menos de a cuarta, sus atributos y diademas y todo alrededor de varandillaje (sic); ocho ángeles de cuerpo entero con sus atributos, con un ramo de tres rosas en medio de cada dos ángeles y ocho perillas, todo movible.
El último cuerpo, más pequeño, se compone de ocho columnas y entre ellas cuatro efigies, y dentro un libro con los siete sellos, el cordero con su bandera y su cruz; cuatro serafines atornillados, con una palmita cada uno, y se remata con una figura que representa la fe con su corona, en la una mano el cáliz y en la otra la cruz; y en el centro una campanilla sobre la que está colocada la fe”.
No cabe la menor duda de que se trata de la custodia que labrara Andrés OSORIO a principios del siglo XVIII, la misma que, hoy día, después de su actual reparación, podemos admirar.
No obstante, el proyecto inicial no hace referencia a la “basa separada” o peana, de la que habla el inventario. La profesora Mª Jesús Sanz, en la obra citada, afirma que la peana se añadió en el último tercio del siglo XVIII y lleva los punzones de los plateros Amat y Garay. Pero en el inventario de 1764 aparece ya una “basa nueva” para la custodia, realizada en el año 1753 y que creemos que es la misma que aparece en el inventario de 1789 y que la actual, por lo que habría que colocar unos años antes la fecha de su ejecución.
El grupo escultórico de Santa Ana, la Virgen y el Niño, que va en el primer cuerpo de la custodia, como es evidente, no pertenece a la misma. Es del siglo XVII y, aunque bien pudo pertenecer a la antigua custodia, cuando se habla de él en los inventarios, se le menciona como obra independiente.
Nos queda una duda sobre la colocación de los cuatro Evangelistas. El autor del inventario de 1789 dice que entre cada dos columnas del primer cuerpo va colocado un Evangelista. Sin embargo, actualmente van colocados sobre la peana. Lo cual nos hace suponer que en una época posterior fueron desplazados del intercolumnio al pedestal de la custodia para que no entorpeciesen la visibilidad del grupo escultórico de Santa Ana, la Virgen y el Niño.
2. LA PROCESIÓN DEL CORPUS CHICO:
Reunidos en cabildo, el mayordomo expone que, aunque esté terminada la custodia, hay grandes dificultades para poder celebrar la procesión general del Corpus, ya que la Hermandad no tiene fondos. Los hermanos presentes deciden que se ha de hacer la procesión general por las calles del pueblo con la mayor decencia posible, aunque para ello tengan que vender sus capas. Y se enfervorizaron tanto los presentes que allí mismo empezaron a ofrecer sus donativos aunque, como dice el Libro de Actas, los tiempos eran muy malos.
Se propone que se pidan donativos a los hermanos ausentes, y que los beneficiados y curas de la parroquia saliesen también a pedir por el pueblo. Realizadas todas estas colectas, se recogieron en total 3.708 reales. Efectivamente, los tiempos no debían de ser muy buenos.
Decíamos al principio que, a pesar de tanta ilusión, la procesión del Corpus Chico no pudo salir a la calle el domingo infraoctava del Corpus, como era tradición, a causa de la lluvia. Pero la Hermandad, reunida en cabildo esa misma tarde, a las seis, acuerda que salga al día siguiente, festividad de San Juan Bautista.
2.1. PREPARATIVOS:
Se hace un memorial a la ciudad de Sevilla para que las Danza de Gigantes y la tarasca puedan venir a la procesión de Triana. Pero la Sacramental del convento de San Pablo (Magdalena), que celebraba la misma tarde su procesión general del Corpus, había pedido que primero fuesen dichas danzas a su procesión y que después se marchasen a la de Triana. No obstante, el mayordomo, con sus buenos oficios ante algunos capitulares, consigue que las danzas estén en la iglesia de Sra. Santa Ana desde la víspera del Corpus y que una vez terminada la procesión se marchasen a la del convento de San Pablo.
Se determina que se barran y rieguen las calles por donde ha de pasar la procesión, y que se coloquen toldos en la Plazuela y en la calle Larga.
El procurador mayor de la ciudad concede que se atajen -que se corten al tráfico- aquellas calles por donde había de pasar la procesión, y que se publique que los vecinos de Triana que viven en dichas calles limpien y pongan colchas en las fachadas, bajo pena de cuatro ducados.
2.2. ORDEN DE LA PROCESIÓN:
A la hora de organizar la procesión, surgen algunos puntos de disensión entre las cofradías sobre el sitio y lugar que habían de ocupar, pues no existía copia del orden que se había guardado en épocas anteriores. La Hermandad logra vencer los puntos de disensión y deja por escrito el orden que se llevó este año, y que se ha de guardar en los venideros.
El orden fue como sigue:
· Gigantes y tarascas.
· Hermandad de la Santísima Cruz. Estaba situada a espaldas de la capilla del Santísimo y era la “más moderna”.
· A continuación se llamó a la hermandad del Patrocinio. Esta hermandad había excusado su asistencia, porque los oficiales y hermanos estaban ausentes. Resulta muy extraña esta ausencia. Posiblemente había otros motivos, que no se dicen, ya que no es muy verosímil que todos los oficiales y hermanos estuviesen ausentes, por mucho que cayesen dos días de fiesta juntos, que aquella era otra época.
· Cofradía del Santísimo Cristo de las Penas.
· Cofradía de Nuestra Sra. de la O.
· Cofradía del Santísimo Cristo de las Tres Caídas.
· Cofradía de Santa Justa y Rufina con sus patronas en unas andas ricamente adornadas.
· Cofradía de Ntra. Sra. de la Encarnación, con los pasos del Patriarca San José y Ntra. Sra.de la Encarnación.
· Muñidor y cirios de la hermandad del Santísimo. Estos cirios eran llevados por doce niños traídos de la hermandad del Sagrario, revestidos y con guirnaldas de flores.
· El Simpecado y danzas.
· Paso del Niño Jesús.
· Cruz parroquial.
· Tres pasos con reliquias.
Comunidad del convento de la Victoria con un paso del Lignum Crucis.
Clero. Estaba compuesto por los convidados de Sevilla y los capellanes de la parroquia. Los primeros recibían un estipendio de 4 reales, los segundos recibirían el estipendio de Ntro. Sr. Jesucristo Sacramentado.
Los clérigos de Sevilla, después de estar en la Iglesia, revestidos con sobrepelliz y comenzada la procesión, dijeron que si no se les daban velas encarnadas como a los demás, no querían asistir y se irían. En un cabildo posterior la Hermandad insiste en que a los clérigos invitados que vienen con estipendio se les den velas blancas para distinguirlos de los de la parroquia, que vienen sin cobrar. Y que una vez terminada la procesión se les recojan las velas para que no se las lleven.
· Capilla de música de la parroquia con bajones y otros instrumentos, menos el arpa y el biholón, por la dificultad para transportarlos.
· Paso de la custodia. Iba rodeado por 12 sacerdotes revestidos de casullas blancas. Junto al paso iban también un maestro platero y un carpintero con sus herramientas, para reparar las quiebras que le pudiesen sobrevenir a la custodia.
Clero parroquial y preste.
Coronaba la procesión el Santo Oficio de la Inquisición, acompañado de todos sus ministros, oficiales y familiares de la ciudad de Sevilla.
En cabildos posteriores, el mayordomo presenta un memorial de quejas porque se le ha colocado junto a las parihuelas del Niño Jesús, teniendo entendido que no era ese su lugar. Después de larga discusión se determina que vaya junto al paso de la custodia.
Termina diciendo el Libro de Actas que la procesión fue muy aplaudida y celebrada de todo el pueblo y vecinos de Sevilla que la vieron.
Pero la falta de recursos era un mal endémico en la Hermandad Sacramental de Santa Ana. Al año siguiente, la procesión sólo se pudo realizar alrededor de la iglesia, porque todo el caudal que tenían era 500 reales. Después del esfuerzo realizado para el estreno de la nueva custodia, la Hermandad volvió a la vida mortecina que venía arrastrando desde hacía muchos años y que fue la causa, en parte, de que hubiesen necesitado catorce años para poder terminar la custodia.
Posiblemente la procesión del Corpus Chico de 1726 fue la más brillante que conoció el barrio en toda su historia, pero tendrían que pasar muchos años para que la procesión del Corpus Chico volviera a recorrer las calles de Triana.
Antonio Murillo Agenjo. - Sevilla, 1988 (Publicado en la revista Triana, nº. 28 pag. 16).
(Próximo capítulo Tormentas y susurros)
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