La Virgen de los Reyes cuenta, desde su origen, cuenta con un
dispositivo especial de movimientos para conferir cierta animación a la cabeza,
con el fin de subrayar las ceremonias religiosas que presidía su imagen y
suscitar la impresión emocional de aquellos que la contemplaban.
A lo largo de la historia, han sido numerosos los intentos
del ser humano de dotar de dinamismo a la figura escultórica, con el fin de
realizar el milagro de dar vida a lo inerte. Las esculturas móviles con fines
religiosos son las más antiguas que conocemos. La imagen representaba a la
divinidad y su movimiento (bien fuera de brazos, cabeza o todo el cuerpo) que,
estratégicamente utilizado, venía a suponer ante los ojos de los fieles el
poder divino materializado, que envolvía a la figura con aura milagrosa y
facilitaba que las ceremonias en las que intervenía fueran más veraces.
La baja edad media es un periodo abundante en este tipo de
esculturas, tanto en Europa Occidental como en España. Se tallaron vírgenes
habilitadas para mover los brazos, como la Virgen de la Anunciación de Giovanni
del Museo Nacional de San Mateo de Pisa; para simular el llanto, como la
desaparecida Virgen de Berna; o mover la cabeza, el caso de la Virgen de los
Reyes. Por este motivo no es de extrañar que las Cantigas narren en varios
episodios sobre como las imágenes religiosas cobraban vida. De este periodo
destacan dos tipos iconográficos ideados para posibilitar la recreación de fiestas
litúrgicas concretas: El crucificado de cabeza y brazos móviles para las
celebraciones de la Pasión y Muerte de Jesucristo; y la Virgen con el niño
articulados, como “Thronum maiestatis”, para la fiesta de la Epifanía. A este
segundo tipo corresponde la Virgen de los Reyes, el mejor exponente que ha
llegado a nuestros días.
La patrona esconde en su espalda una portezuela que cierra el
hueco donde está instalada una rueda dentada, con su pletina de rotación y su
cuerda de fleje correspondientes al mecanismo medieval de movimiento de la
cabeza, actualmente truncado. Este dispositivo permitía variar la dirección del
rostro de la Virgen y responde a la misma tipología que dibujó Villard de
Honnecourt (1225-1235) en el interior del cuerpo de un águila cuya cabeza
giraba cuando el diácono leía el evangelio, y que debió ser bastante habitual
en el siglo XIII.
El niño también dispone de un mecanismo similar al de la
madre, que muy probablemente se activaba cuando en algunas solemnidades
alusivas al nacimiento y realeza de Cristo, se retiraba del regazo de la Virgen
y era sentado en un trono aparte, como apuntan algunas descripciones: “..y otra
(imagen) de Jesucristo sentado en un sitial, fabricada con el mismo arte”.
De la naturaleza articulada de la Virgen de los Reyes tenemos
testimonios a lo largo del tiempo. En 1356 Ortiz de Zúñiga hace una de las
descripciones más orientativas de lo que suponía, para la mentalidad de la
época, la fascinación que provocaba en los devotos el movimiento de la
señora:“…la imagen de Santa María, que semeja que está viva en carne”, y añade:
“la levantan y la asientan cuando quieren para vestir a ella y a su Fijo ”. Al
respecto de la visita que Jerónimo Müntzer hace a la Catedral de Sevilla en
1494, dice: “Cuéntase que Don Fernando III era devotísimo de Nuestra Señora,
..y así, mandó hacer una imagen de madera con todos sus miembros móviles”.
En el caso de la Virgen de los Reyes, la imagen formaba,
además, parte del singular montaje escenográfico de la primitiva Capilla Real,
para el que su capacidad dinámica encajaba como anillo al dedo. Se encontraba
sentada dentro de un tabernáculo de plata en un nivel por encima de los
simulacros a tamaño natural de los reyes Fernando, Beatriz y Alfonso, sentados
en sitiales de plata y ataviados con todo el lujo de su rango (vestidos con sus
trajes y enseñas reales). Esta disposición enmarcada en oro, plata y piedras
preciosas convertía la Capilla en un autentico tesoro viviente y un escenario
perfecto para que la imagen desplegara todo el potencial de movimiento que sus
articulaciones y su mecanismo interno le permitía. De este modo, la Virgen y
las imágenes de los difuntos reyes, interactuaban en el espacio mediante
acciones teatralizadas que engrandecían las ceremonias religiosas celebradas en
el sacro recinto, buscando el embelesamiento de los fieles a través de lo
simbólico de sus poses. Todo un aparato escénico donde la escultura mecánica
jugaba un papel fundamental, destinado a reafirmar y exaltar el origen divino
del poder de los reyes.
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¡¡¡MAGNIFICO Y DIDÁCTICO!!!
ResponderEliminarEL MÁS SEÑALAITO DE LOS DÍAS GRANDES DE LAS FIESTAS RELIGIOSAS SEVILLANAS, TRADICIÓN QUE PERDURA Y CADA UNO APORTA PARA QUE SE MANTENGA.
ENHORABUENA .
AFECTUOSAMENTE.
Atenta amiga bloguera Mari Carmen, reconocido por tu líneas escritas y aparte de ello, debo mi modesto hacer al ejemplo de tenacidad que impresa tu elogioso blog de Aula Abierta (Franconetti). Leo tus hermosas publicaciones, entre ellas la ultima de Julio-24 sobre la "Señá Santa Ana".- Saludo respetuoso. >>>>>
ResponderEliminarBalcón Trianero: Resultados de la búsqueda de virgen reyes (balcontrianero.blogspot.com);
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