Ruperto, “Manzanillero y Trianero”
Triana tiene a gala de tener entre sus habitantes a un manzanillero tan distinguido como Ruperto Caro Blanco.
Nuestro vecino se trasladó a nuestro barrio, hace más medio siglo aproximadamente desde su ciudad natal de Manzanilla (Huelva) y a Triana le supo dar esa entrañable forma de trato entre los que de una forma u otra, se acercaran a lo que se llamaría tan personalmente como ”Casa Ruperto” un bar de diferentes tapas inusuales en Triana, por algo el esfuerzo día a día empleado en sus fogones, con platos sabiamente realizados donde se “aderezan” el valor gastronómico y culinario y así la acreditada Sociedad Gastronómica de Nueva York, sabedora de ello le concedió el galardón “Garbanzo de Plata”.
Manzanilla tiene en su escudo una alegoría muy concreta a Triana, llevando en ella, su nombre y quizás su bandera influiría a nuestro homenajeado a hermanarse con otra “bandera trianera, con escudo de gules, en campo de azur es su acrisolado tesón por situar un bar en este arrabal”.
Pero amigo lector, por favor siéntese en este velador imaginativo que hemos instalado hoy a pocos metros de la clínica Infanta Luisa, acomodose en esta “plazuela” donde la“Casa grande” de este barrio, hace años estuvo a punto de darle nombre en el callejero; pero es suficientemente distinguirla si vemos a la entrada de la barriada “musical”, que allí se dan cita todo quien desee convivir entre naranjos y la mejor sombra, teniendo como compañía esa “codorniz”que dio nombre a su lugar: Codornices fritas en adobo, a la llamada de “Dame un pájaro”, no se preocupe si no le gusta esta degustación de “pico”,podrá escoger la trianerísima tapa, “caballito de jamón” , o las “rápidas”tapas de caracoles y decenas de otras que no es necesario anunciar aquí.
Discúlpeme que con estas tapas y haciendo “deporte de cristal, elevando” a una “una rubia y fresca Cruzcampo gran reserva”, se no olvidaba citar lo siguiente:
En horas vespertinas se dieron cita, en el “zaguán” de albero que antecede a Casa Ruperto, un grupo de familiares, amigos y simpatizantes más directos; incluso estuvo y no se extrañará que como un quijote trianero “arremetió cámaraen ristre a todo galope….”; Gasán, autor del reportaje gráfico del que entresacamos unas fotografías representativas.
Dentro de este mundo de las “tapas” la mejor estaba servida y se llamaba “sorpresa”.Sé le indicó a Ruperto y señora que se acercase al sitio que el fundara y la perplejidad, afloró desde el primer momento. Los presentes, les decíamos que nos habíamos citado allí para “tomar café” y que él sería principal barman; pero incrédulo a todo no sabia lo que se avecinaba.
Por su sobrino José Manuel Caro, presentó el testimonio de cariño a quien le cediera los “trastos” como en tarde de toros, hace algunas décadas; junto a los secretos de la difícil carrera de la hostelería, esa que se estudia diariamente y que no todo el mundo vale; mucho menos cuando no se tiene un “catedrático” de la cocina y de la barra como Ruperto.
Previa intervención del sobrino del Sr. Caro Blanco, José Manuel Caro; se descubrió un grandioso mural azulejero-trianero con las efigies de Ruperto y de su Sra. y cuyo detalles quedan a continuación escrito textualmente, no sin antes comentar, la labor ejercida por las firmas artísticas pertenecientes a“cerámica Pascuala” con sede en el trianero barrio León y cuyo texto corrió a cargo de la firma fotográfica GASÁN, colaborando en ello su hijo Fernando.
“El bendito "culpable" de la alegría y el éxito de los que disfrutan esta casa, que honrosamente ostenta el nombre de su fundador, Ruperto Blanco Caro, no es otro que él mismo, quien desde su llegada a Sevilla desde su pueblo natal Manzanilla, allá por los 60 junto a su esposa Josefa Camacho (Pepa para entendemos), levantó este negocio de tanta solera con mucho trabajo y acierto y con el apoyo constante de ella.
Aunque primero pasó por las calles Castilla y Alfarería, es en Santa Cecilia, nº 2 donde se establece definitivamente, floreciendo incluso hasta traspasar fronteras y llegar su fama a New York, donde obtiene el premio “Garbanzo de Plata”.
Gracias a la buena semilla alojada en la fértil tierra de Triana y su fabulosa gente, este bar, Ruperto, se hizo popular tanto por sus sabrosas tapas, siempre con precios populares al alcance de todos y entre las que destacan sus famosos pájaros, como por el comportamiento de su fundador, que hacía sentirse a todos los que por aquí pasaban como en su propia casa, regalándoles incluso algunos cantes flamencos, para hacer si cabe más agradable aún la estancia a la clientela. Pues bien, yo, José Manuel Caro, sobrino del creador del emporio, trato modestamente de continuar la línea que él marcara en su camino de ética y moral.
Por todo ello, por la generosidad que me ha legado y reconociendo su labor desarrollada, con mi mayor agradecimiento quiero dedicarle, tanto a él como a su esposa, mi querida tía Pepa, este homenaje insignificante en comparación con lo mucho que merecen”.
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