Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Para empezar, nuestro trianero vino de Manzanilla (Huelva);
siendo de los primeros que llegó a Triana para afincarse en ella.
Él
lógicamente, nunca olvidó su cuna que siempre llevó en el alma y todo ello;
porque encontró en dicho barrio una gran familia de amistad, de colaboraciones
y hospitalidad en su más alto grado.
Por
ser lisonjero y comunicativo fueron sus primeras virtudes para asentarse en un
barrio universal y aquí él fue sincero, agradable en el trato, trabajador
infatigable y amigo agradecido.
Se estableció
en la C/ Castilla y abriéndose camino en el mostrador con los “caldos” inigualables de su pueblo
onubense.
Su
celo creativo le distinguió de ser un tabernero que no se quedó parado en las clásicas
aceitunas y altramuces; ya que el ofrecía diariamente a su nutrida e inquieta clientela
multitud de aperitivos.
Sus
centenares de amigos lo reconocían porque en su quehacer no se quedaba quieto,
sino que improvisaba su lista de tapas-raciones y las presentaba con esa gracia
alegre y dicharachera; consiguiendo en poco tiempo, un distinguido público.
Su afán de facilitar sus conocimientos alrededor
de la cocina, le llevaría a trasladarse a la calle Alfarería, siguiendo el
mismo formato de atención a Triana.
Cada día lograba un amigo y ello le
obligó a tener que atender a todos ellos estableciéndose en Santa Cecilia en C/
Maestro Jiménez nº. 2, siendo un recordado maestro, a la hora de enseñar a un
equipo de cocineros para la barra y depositando en su sobrino José Manuel para
que adquiriera la dirección del establecimiento para llevar con arte y cortesía
la atención al cliente; aseverando que “Con
ello y Triana a la Gloria”.
Al considerarse y premiar por la Sociedad
Gastronómica de Nueva York “El garbanzo
de plata”, Ruperto era conocido por Triana y Sevilla; consiguiéndose que
por todos los clientes en cualquier temporada pudiesen disfrutar del arte
culinario y por ello Ruperto pasearía a ser un tabernero internacional.
Desde hace muchos años existe en Nueva York la Sociedad Gastronómica “El garbanzo de plata”, creada por una norteamericana muy simpática llamada Penélope Casas y por su marido Luis Casas Orozco, médico español afincado en Estados Unidos. Ella vino a España hace 61 años, conoció las clásicas tapitas y también a Luis; por lo visto le gustaron ambas cosas, al extremo de casarse con el doctor y situarlo en su nación para ser felices; entre la creada Sociedad que se dedicaría a premiar con un garbanzo de plata a “establecimientos” que sin “sin estrellas deslumbrantes” supiera ofrecer él médico y llevárselo a su tierra para ser felices -entre otras cosas- creando esta Sociedad que se dedicaba por entonces a premiar con un garbanzo de plata a establecimientos que sin «Estrellas deslumbrantes›› supieran ofrecer un exquisito plato al estilo español.
Posteriormente ambos, venían todos los años a España buscando esa genialidad para premiarla, y este año buscando la genialidad para premiar esta.
Ojeando, ojeando, planeando
en Triana; aquí, saltando y saltando... llegaron a Casa Ruperto: Pidieron unas tapitas
y Ruperto les puso por delante un surtido y en el iban unas codornices...” y a perderse”. Aquí se acabó el seguir
buscando. Bueno; el que no haya probado las codornices de Ruperto no sabe lo
que es comerse seis bollos rebañando la salsa de una tapa.
El
matrimonio Casas decidió de inmediato llevarse la salsa a Nueva York en calidad
de seleccionada y allí, tras riguroso concurso, se aprobó por unanimidad; que
el año 1987 fuese la mejor tapa que se habían llevado de España estaba “fabricada”
en Triana. ¡bien Ruperto!.
En aquel
agosto de referenciado año, entre una gran concurrencia de clientes, amigos,
vecinos, periodistas y gentes de dentro y fuera, la señora Penélope Casas,
siempre acompañada de su esposo Luis Casas, un madrileño “más apañao que un jarrillo de lata”, entregó a Ruperto su bien sacrificado
galardón.
Gracias a Penélope y a Ruperto, Triana; una
vez más, con sus cualidades de conquistadora.
“descubrió América”
Casa
Ruperto fue elegida por Estados Unidos de América por sus codornices; pero otros
aconsejan las cabrillas. Hay quien dice que los pinchitos, otros se manifiestan
por los lomos especiales y otros. . . "es que lo comen todo".
Ruperto Blanco Caro (D.e.p.) Aplausos
manzanillero, trianero, tabernero y por favor; que se sirva en ese bar de la
Gloria Celeste las suculentas “codornices”
que hoy llevan en su pico un lazo enlutado.
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