Balcón Trianero

sábado, 18 de febrero de 2023

¡Feliz San Valentín!

     

"Cartas al director":  Por la realidad y la fecha en que se escribio, se publica un escrito de lector que ha subido a la "baranda" de este balcón y que nosotros lo situamos con las iniciales A.I.


¡Viva la familia!
¡Feliz San Valentín!

        Y llegó el día del amor por excelencia, ¡Feliz San Valentín! a pesar de que es el día de los enamorados, hoy en esta fecha no podré celebrar en pareja dicha fecha, aquel matrimonio que por una “señora con guadaña” consiguió trucar nuestro matrimonio.
        Hoy no festejaré el amor, junto a la que fuera “la mamá” y al sentir aquel amor con la familia, puedo decir o lo que es igual entre vosotros hijos y este aprendiz de padre; que se esforzó por hacer el bien entre los que más, permanecían siempre a mi lado; en los buenos y en los malos momentos. Se comenta que el amor lo puede todo y precisamente por ello, ¡se podía haber celebrado!
        Hoy, el “papi o papá”; tenía la esperanza de celebrar el día del “Santo de los enamorados”, cuando este se esforzó en tirar junto a su colega Cupido, una flecha y el primero lo hizo facilitando momentos cariñosos. En este día nos acordamos, al menos, de los nietos que; aunque les separa mucha edad en su nacimiento, en estos instantes, quedaran igualados por lo que significan para este octogenario ancestro.      
      Hoy recordé a mamá, no ya por lo mucho que significó para engendrar dos maravillosas “rosas” y dos estupendos “claveles” y que como “jardinero” quizás no supe cuidar. Luego ahí quedó la infatigable tarea de proporcionar, no solo una vida; sino atender su educación y estar SIEMPRE. SIEMPRE más para alegrarse por lo mejor y también para afrontar lo desagradable.
      Hoy me levanté, una vez más, temprano, ya que la “horizontalidad” siempre le guardé respeto y nunca me gustó el confort. Preparé un desayuno frugal, con una “rebanada” que calenté para mitigar la frialdad del momento, y esparcí un poco de aceite, por si así se suavizaban las arrugas de lo cotidiano.
      Hoy me acerqué a “una taza” y ante su asa, figurativamente la apreté, le di un beso al rozar el borde de su líquido lácteo; apareció una configuración humeante, como pasando un velo de 53 años de constantes muestras cariñosas y de forma concreta lo que supuso mamá, que siempre dije “que vivió con grandeza, porque fue hecha a grandeza” (esa virtud, de la multitud de virtudes personales y espirituales que tuvo la dicha de poseer).
      Hoy después de ese más de medio siglo, en que nadie ni nada pudo separarnos; me puse a recordar e hice un esfuerzo por abrir álbumes de fotos, antes que estos se tornasen quebrados sus lomos, sus hojas entre pegadas y los recuerdos olvidados y nada mejor para ello, que recordar los buenos instantes que pasamos juntos. Escoger las fotos conjuntamente para hacer un álbum familiar, puede resultar una buena opción para compartir momentos. Al final, es otra forma de celebrar el “día de los enamorados” es el amor en familia y nada mejor para ello, que recordar los buenos instantes que pasamos juntos. Hoy todo se convierte en la unidad numeral de uno o una (falta la pareja).
      Hoy me asomé desde mi habitación y observé un cielo encapotado, como si esa inercia se precipitase ante el “exceso de años de vida” y quisiera anular la brillantez de muchas festividades.
      Hoy en esa terraza colgué unas pertenecías para su secado, después de pasar por la rapidez rotativa y extrema de ropas y sin poder solucionar este (artefacto-lavadora) lo suficiente para mantener la regeneración de momentos, aun a pesar de contener sus prelavados, calor o suavizante que mitigase los duros momentos en la rotativa de nuestras vidas. Comprobé con extrañeza que dos prendas juntas y aún a pesar del viento, no pudiesen encontrarse los corazones y paradójicas de la vida; ¡Cuánto vale una vida cuando está inerte!
      Hoy medio siglo después de pasar por la Vicaria, con nuestro amor; siendo este bandera o baluarte de un proyecto de vida, no he podido aprovechar y hacer algún detalle romántico para regalárselo a mamá o bien para decorar “nuestras casas o pisos” en que habitó nuestra familia. Hoy no puedo mandar una tarjeta de San Valentín, ni colocar un mantel colorista y sabiamente escogido para un momento gozoso; en el que se brindase para demostrar el cariño y afecto. ¿¡Genial! - ¡No!?
            Después de más de medio siglo, el día hubiera sido una ocasión para celebrar el día de San Valentín con la familia. Se trataba de que este año, juntos, hubiésemos tenido una actividad para pasarlo unidos durante algún momento del día. ¿Por qué no?
            Hoy, como San Valentín cae entre semana, tampoco pudo ser limitado por las circunstancias. Al final no era necesario hacer grandes cosas para celebrar aquel amor. Quizás con un “picnic” en la terraza o una merienda especial, podían ser algunas de las opciones; con ello se hubiese sacado de la rutina diaria y diferenciaría un mínimo, a este día de los demás.
     Afortunadamente, esto último tuvo lugar mediante una “merendola” breve, y trasladarnos hacia aquellas manos de mamá, aquellos dedos que se entrelazaron; aquellas visitas previas a los lugares de venta y compra de hogares, hasta pasar por un total de “CINCO NIDOS DE AMOR”.
      Hubo momentos, que en esta fecha marcada en “rojito” en el calendario; la habíamos vivido en aquel SPA de Relax de la Sierra Morena (Norte), u otra (por no hacer interminable una relación), de aquellas horas primeras de la nocturnidad en que, junto a las notas musicales de un piano, sentados en un “real” lugar como Hotel Alfonso XIII. Mediante unas tapas y el brindis de unos líquidos burbujeantes, brindamos por aquella pareja que aún tenía ansias de fabricar sueños vivenciales.
            Es cierto que hoy 14, nos hubiese gustado a ambos una sorpresa, un detalle. Pero al final, no importa, TODOS estuvieron presentes en la mesa de nuestro sentimiento y recuerdo. Aunque infinitamente lo de especial en este día, era poder compartir mi tiempo y recordar los momentos que pasamos juntos, en definitiva, traté de dar un verdadero sentido del amor, compartirlo y recibirlo de quienes quieres y te importan; hoy con una familia reducida, pero no extinguida.
      Terminé el día y me retiré al lecho del descanso, allí percibí la frialdad de unas sábanas o ropa de cama. Observé aquella almohada, que fue testigo de tener una compañera inigualable, y no teniendo el soporte del rostro de dualidad para un relax; al menor movimiento, la cabeza envuelta en pesadillas y pensamientos caía tras comprobar que la soledad había crecido durante 2 años de viudez.
            Debo ir finalizando y es obligado hacer un resumen de los dos últimos años: esa trágica soledad que como quien suscribe, le acompaña en la cotidianidad de los días, pues un hombre aislado se siente solo, porque quedan ignorados los sentimientos que día a día, se silencian de cara a los que nos acompañan en este caminar por la Vida.
                ¡Viva San Valentín, Viva la familia!
A. I.-


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