Nos cuenta D. Diego Hurtado de Mendoza en su Lazarillo de Tormes, (1) entre otras cosas, hace alusión a un pícaro ciego. “En su oficio era un águila. Ciento y tantas oraciones sabia de coro, un tono bajo, reposado y muy sonable que hacia resonar la Iglesia donde rezaba, un rostro humilde y devoto que con muy continente ponía cuando rezaba sin hacer gestos ni visages con bocas ni ojos, como otros suelen hacer. Allende de esto tenía otras mil formas y maneras para sacar el dinero. Decía saber oraciones para muchos y diversos efectos...pues en caso de medicina decía que Galeno no supo la mitad que él para muelas, desmayos y males de madre. Finalmente nadie le decía padecer alguna pasión que luego no le decía, haced esto-tro, coced la yerba, tomad tal raíz. Con esto andábase todo el mundo tras él, especialmente las mujeres que cuanto les decía creían….”.
También él abreviaba el rezar y la mitad de la oración no acababa porque me tenia mandado que en yéndose el que la mandaba rezar le tirase por el cabo del capuz. Yo así lo hacía y luego él tornaba á dar voces diciendo: ¿mandar rezar tal y tal oración? Como suele decir…
La descripción que el autor de la obra citada hace de los ciegos de antaño, la verdad que no salen muy favorecidos al poner en conocimiento que dichos invidentes en su mayoría eran unos redomados picaros, que vivían de la piedad de las gentes, lucrándose de la buena fe y estimulando su devoción con el recitado de sus oraciones que tenían para todos los gustos; así se comprenden que el “oficio de ciego” tuviese su aprendizaje como los practicados por menestrales, y probablemente, también como acontecía con estos, serian sometidos a examen, pues como adelante veremos, los desdichados ciegos parece que constituyeron hermandad, ya que no gremio, como lo hacían todos los oficios.
En virtud a lo narrado creo interesante el siguiente documento: “Pone por aprentis Leonor Rodríguez, mujer de Juan Sobrino Ollero, vecino de Triana guarda e collacion de Sevilla, a Lope su hijo ciego moço de edad de doze años poco mas o menos que está so su poderío e administración con Juan Villalobos ciego vezino desta dha çibdad, en la collacion de Santa María Magdalena questa presente desde hoy día fasta cuatro años primeros para que en este dho, su oficio de rezar e le acompañar en todas las otras cosas que le dixere e mandase fazer… etc.”
El maestro le daría al aprendiz de comer, de beber, vestir, casa y lecho, enseñándole a rezar y a decir oraciones bien y cumplidamente.
Lunes 14 Septbre. 1495.
El formulario natural empleado en este contrato es exactamente igual al de cualquier carta de aprendizaje celebrada entre pintores, escultores plateros, u otros oficios, por tanto no cabe duda, que entonces se consideraba profesión la de los ciegos rezadores.
Considerando la época (Edad Media) en la cual se describen a estas personas invidentes, sin otro medio de vida que la caridad conventual o el pedir limosnas, siendo muy difícil sobrevivir si no se aplicase el ingenio y la picaresca, ya que también tenían que defenderse del intrusismo de los timadores, trapaceros, marrulleros, timadores y embaucadores, que suplantaban su oficio.
Fuentes: Curiosidades antiguas de Sevillanas. José Gestoso y Pérez.
(1) La autoría del Lazarillo de Tormes se le atribuyen a más de un autor en este caso es el historiador José Gestoso quien se la atribuye a Diego Hurtado de Mendoza.
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