Alarma en Triana,

Atraco a la diligencia Sevilla- Huelva - 1786 

El día 2 de junio del año citado comenzaron los trabajos del trazado del ferrocarril Sevilla-Huelva, por varios puntos comprendidos dentro de la provincia de Huelva y a la vez en algunos sitios del termino de esta capital, lo que supuso una cierta mejoría laboral para los jornaleros de estas dos provincias. 

Noticia que llegó antes a Triana por su proximidad al suceso y por hallarse en el arrabal una casa donde tenía parada habitual en la calle Real de Castilla dicha diligencia, más cuando se daba la circunstancia de que el viejo Betis “se salía de madre” y la comunicación de Triana con la ciudad quedaba interrumpida por lo que la parada de la calle Real de Castilla se convertía en final de trayecto y no en su parada habitual que era en la actual Plaza de Armas, por los destrozos que causaba dicho desbordamiento, la incomunicación llegó en algunos casos a meses, pues los destrozos que sufría la fábrica del puente de barcas eran cuantiosos, gastos que el consistorio algunas veces tenía que recurrir algunos gremios para el pago de los mismo. (1) 

En la mañana del día 4 de julio, Triana se despertó con una noticia que sorprendió a todo su vecindario, e indignación y alarma a los numerosos habitantes de Sevilla. El motivo fue un hecho ocurrido entre las 9 y las 10 de la noche del día anterior, a corta distancia de Sanlúcar la Mayor, en el sitio llamado “Laguna del Viso”, habia sido robada la diligencia que se dirigía para Huelva. En dicho lugar “rodearonla unos veinte hombres perfectamente armados, y la mayor parte de ellos montados en buenos caballos; separaron el coche del camino, obligaron a los viajeros a bajar, y a medida que lo efectuaban, les ataban los 

brazos a la espalda y los tendían boca abajo en el suelo. Echo esto, descargaron la diligencia y de apoderaron de los caudales que conducían, importando la suma robada unos setenta mil duros: de los cuales, cuarenta mil en plata y repartidos en cajas, pertenecían a las la empresa de las minas de Rio-Tinto; unos quince mil de un propietario cuya suma destinaba al pago de una hacienda; otra crecida cantidad a un comerciante que dirigía a Huelva, y trece mil reales que por encargo conducía el mayoral, a quien hirieron por haber protestado de aquella violencia y diferentes cantidades de menos entidad a los demás viajeros. Sin embargo, uno de estos tuvo bastante serenidad y astucia para salvar de manos de los bandidos una muy buena crecida cantidad en oro, que ocultó hábilmente en el momento supremo, así como una señora que guardó en el seno 600 duros. 

Consumado el despojo, los salteadores tomaron cinco caballos del tiro de la diligencia, desenado buen viaje a los atribulados viajeros que permanecieron maniatado en tierra hasta que uno logró romper sus ligaduras y poner en libertad a los demás. Pocos momentos después se presentó en el lugar de los hechos una pareja de la Guardia Civil, que los auxilió y condujo a Sanlúcar. A las 8 de la mañana del siguiente día llegó la diligencia a Huelva donde era esperada por numeroso gentío noticioso del suceso, y de las autoridades, que inmediatamente se pusieron en campaña para descubrir s los individuos de aquella numerosa e improvisada cuadrilla de audaces salteadores. 

A los cuatro años cumplidos – octubre de 1880- los bandidos fueron descubierto por el alférez de la Guardia Civil, jefe del puesto de Santa Olalla, el cual, a merced a activas y perseverantes diligencias, logró prender algunos de ellos, que entregó a la autoridad correspondiente. 

(1) “El sábado 20 de diciembre de 1603 fue la grande avenida de Santo Tomé, subió más que las otras y se quebró la puente. El 4 de enero 1604 trujeron de la puente dos barcos que habían quedado en la Puerta de Jerez y los demás se concertaron cincuenta ducados cada uno para los echar en el agua. 

Documentación: Historia de Sevilla. J.G. y Parody. Puente de barcas; Ordenanzas. 

Manuel Mediano Vargas            
Triana idus de marzo 2017