Abba y V. Rosario

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Cultos en honor de la Virgen del Rosario del Barrio León - (Triana)   Aquí

 

ABBA y la Hermandad de la Virgen del Rosario”. Consta en los archivos de BT, que en la Pag. 4 del rotativo Sevilla Información – en la columna de Opinión; con fecha 11 de Octubre (Sábado) de 1.997, el escritor Manuel Lauriño, prestaba su profunda pluma para titular así el siguiente artículo:

(Hacer clip en las fotos para ampliar)

Si difícil es luchar contra la Iglesia, mucho más es hacerlo contra el espíritu cofradiero.

Es una procesión con indudable sabor a puebla entre un verde delirio de naranjos.

Habría mucho que escribir y no precisamente bueno sobre el largo camino, que tuvo que recorrer esta hermandad hasta ver coronados sus sueños de ser admitida, como tal, oficialmente.

Ya se sabe que la Iglesia en éstos, como en otros casos más importantes, hila muy lino, haciendo gala de una prudencia a todas luces extremada. Con lo que a veces en esa tensión de espera es muy fácil que la pieza se le escape.

La hermandad, sin embargo, entró con pie derecho en ese rincón entrañable del Barrio León, a pesar de su constitución poco ortodoxa.

Alfonso de Miguel.-Saeta

Todo sucedió de esa forma tan elemental como ocurren las cosas en nuestra tierra. Un grupo de devotos comenzó a dar culto sin patente oficial - gran pecado - a una imagen de la Virgen del Rosario en una humilde capilla, casi de juguete, situada cerca de la Plaza de Anita.

La noticia corrió como un reguero de pólvora no sólo por el Barrio León sino también por los demás barrios colindantes: El Carmen, el Tardón o Los Ángeles, y los vecinos, guiados los más por la curiosidad, fueron levantando un monumento itinerante con sus visitas al lugar. Desde entonces es muy frecuente encontrarse algún que otro devoto enzarzado en conversación piadosa con la Virgen chiquita del barrio frente a la puerta de la Capilla.

Los padres paúles, que regentaban la parroquia de San Gonzalo pusieron el grito en el cielo. Algo que no debe extrañarnos, ya que los curas regulares, es decir, los sujetos a reglas, son sólo eso: regulares. Su voto de obediencia, al que se agarran en los momentos decisorios, les exime de complicarse la vida.

El caso es que el divorcio entre la comunidad parroquial y el grupo de devotos amenazó en convertirse en cisma. Hubo, según tengo entendido, orden de cierre de la citada capilla, por aquello de la competencia desleal, y Dios sabe en qué hubiera ido a parar aquel absurdo enfrentamiento sin la intervención mediadora de don José Martín, un sacerdote avecindado en el barrio, gran amante de las manifestaciones religiosas populares, que logró aunar criterios y limar asperezas con indudable tacto, espantando el fantasma fatídico del anatema.

La hermandad entró entonces, a regañadientes de la jerarquía, por el aro común oficial y va creciendo día a día en el aprecio de los convecinos, sin pausa pero sin prisa, alcanzando de un tiempo a esta parte un importante arraigo en toda la zona.

El adagio latino de que "vox populi, vox Deî” Se ha hecho carne de realidad en este caso, y quizás se deba a que si, como dijo nuestro Príncipe de las Letras, es difícil y complicado luchar contra la Iglesia, mucho más es hacerlo contra el espíritu cofradiero que el sevillano lleva injertado en sus genes.

Vencidas, pues, todas las dificultades, el domingo anterior o posterior a la festividad de Nuestra Señora del Rosario, la Virgen, alzada sobre su trono de plata repujada, al que alumbra la gracia trenzada de sus seis candelabros, recorre procesionalmente cada año, en ronda de amores, las calles del Barrio León, así como las que lo circundan, dejando tras de sí, una enfervorizada estela.

Es una procesión con indudable sabor a pueblo, entre un verde delirio de naranjos, que merece la pena presenciarla.

El paso, portado por los hermanos costaleros, camina despacio, recreándose en la suerte, bajo la copuda fronda de los árboles con acompasado vaivén y presta un aire movedizo a las cuentas del rosario, encajado en la mano de la Virgen, que, al rozar con el dorado cetro, produce un blando son de esquila.

La luz títubeante de los candelabros patína sesgada sobre el rostro moreno de la Virgen y arranca destellos cambiantes a la dorada aureola, que forma como un pórtico de gloria alrededor de todo su cuerpo.

V.Desampº.a Drcha.V.Rosario

La imagen con el Niño en brazos, obra original de Luis Álvarez Duarte, tiene también un cálido candor pueblerino. Es una Virgen menuda, chiquita, pero capaz de enamorar con su belleza a quienes la contemplan.

Representacion-Foto archivo

V.Rosario-Fondo Señera  Valª-

Este año me he detenido expresamente a verla, cuando dentro de su itinerario efectúa visita deferencia! a los acogidos en la Fundación Interparroquíal ABBA, que la esperaban asomados a las cristaleras de sus halcones o sentados en sus carros de inválidos en la misma puerta del asilo. Una porción de seres, derrotados por los años, en cuyos ojos se les cuajaba la redonda emoción de unas lágrimas.

La gasa transparente de un solemne silencio envolvió el encuentro y hubo un guiño cómplice entre la Virgen rosariera y los acogidos, que tenía el regusto particular de un ¡hasta pronto!, en el que esos hombres y mujeres, que rezaban a la Señora amarrados al potro de sus sillas auxiliares, la mirarían, libres de trabas, cara a cara y llenos de gozo, desde los altos barandales del cielo.

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