por tirar ajusticiados al río.
El
día 26 de mayo de 1727 se hizo justicia a un hombre llamado Juan Mojica de
color pardo, acusado de haber dado muerte cruel a su mujer en el mes de enero
del año anterior. Cometido el crimen se refugió en la iglesia de San Antonio,
invocando el derecho de asilo. De ella le sacó la justicia, más habiendo
seguido proceso de inmunidad, en él se probó que padecía de enajenación mental,
fue restituido a la iglesia. Sobreseída la causa, pasando algún tiempo se le
dejó en libertad para vagar por las calles, donde se hacía notar por sus
desmanes y escándalos, que se toleraba por su estado de locura. Pero algunas de
ellas hubieron de ser tan graves, “y
revelaban tan refinada malicia”, que hubieron de apresarlo de nuevo, lo que
motivó en cuenta su comportamiento que se abriera de nuevo la causa pasada de
la muerte de su mujer. En el curso del proceso se probó que la locura fue
fingida y en su consecuencia fue sentenciado a muerte de horca y cortada la
mano derecha. Puesto en capilla, se negó durante los tres días que
permaneció en ella, no solo tomar alimento alguno, sino que también a recibir
los auxilios espirituales. En el citado día, 26 de mayo, fue “arrastrado en un serón” al lugar del
suplicio, en la Plaza de San Francisco; mas como se negara a subir la escalera
de la horca, fue necesario pasar un cordel por debajo de la viga superior,
atarle por debajo de los brazos y suspenderle para que el verdugo pudiera
cumplir su terrible oficio. Ejecutada la sentencia, cumpliendo la costumbre
cortaron la mano al cadáver, y la clavaron en la puerta donde diera muerte a su
mujer. El cuerpo fue “arrojado” al
rio.
Enterados
los vecinos de Triana, protestaron antes las autoridades por tan reprobable
acto, alegando que el agua del rio era la única que tenían para satisfacer todas
las necesidades de la vida; y los jueces en atención a la justicia de la queja,
mandaron que el cuerpo del ajusticiado fuese sacado del rio. Así se verificó el
día 29, dándole sepultura en la desembocadura del arroyo Tamarguillo, hacia
donde fue arrastrado con una soga.
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