Balcón Trianero

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Amigos juntos al "ancla"

                                                                             "El transeunte hecha el ancla"

El próximo viernes día 13 de Noviembre, se celebrará un homenaje gastronómico en la  "Alboreá" en la C/ San Jacinto.
Numerosos amigos, trianeros y público en general, se han dado cita a las dos de la tarde, para testimoniar su aprecio y amistad a Manuel Sánchez Pérez.
(Fotos de Balcón T. Hacer clip en ellas para aumentarlas)
"El turismo" por El Ancla,
Tapices en "consulado" El Ancla"


 



Triana dispuso en C/ Pagés del Corro 43, de un bar famoso, donde acudieron durante muchos años; los artistas y otros que aunque no lo fueran se, “anclaron” entre las más variadas charlas en esa barca llamada El Ancla y que capitaneó en las aguas culturales: Manuel Sánchez Pérez, un Aznalcollero que llegó hace treinta y un años a esta “playa”, dispuesto a colocar unas maromas para conseguir con su labor de restaurador, la “pesca” de muchos y buenos amigos; siendo importante su conexión con la idiosincrasia de este barrio.

Manuel que consideramos, cambió su cuna con “recinto amurallado” de aquel Aznalcóllar y que sobre el 1.247 tuvo como nombre árabe: Hanz-Al-Kollar, por esta Triana que aun conserva otros muros.
Suponemos que correteó de pequeño por el desaparecido puente del ferrocarril que amparaba la línea Aznalcóllar-Camas y aquí también se perdió aquel otro ferrocarril que inmortalizó con la cámara GASÁN.
Manuel acostumbrado a escuchar en la calle aquel molino harinero en el arroyo Frailes, (también Triana tuvo el molino de la pólvora) luego al venir a este arrabal le seria familiar el oír que un barrio trianero, era homónimo de que aquel asentamiento que afectaba al convento de San Miguel del Tardón.
Pero el paralelismo de Manuel, se multiplicaría en muchos motivos, por ejemplo: la existencia en su localidad, de una fortaleza con restos de la época musulmana y aquí encontró otra defensa, cambiando aquel cerro Viento Castillo, por este otro Castillo de San Jorge.
Un acueducto romano llamado: los Arquillos y que aquí encontró otro de asonancias parecidas como los Cuatro Cantillos.
Aquellas capillas de Cruz de Arriba o de Cruz de Abajo, como le reconocen los aznalcolleros a Manuel que es de la segunda de las citadas, donde figura en la Plaza del Alamillo y le dieron paso a Manuel a devocionar en Triana, entre otras: la Estrella, el Cachorro, Esperanza; e incluso a tomar en su corazón la Cruz de San Jacinto o cruzar el Puente del Alamillo, todos ellos trianeros.
Pero las coincidencias siguen, porque si en las fiestas patronales tienen lugar en el mes de septiembre, en sus primeros días y llegado el domingo se celebra una romería en honor a Nuestra Señora de Fuente Clara; que con carrozas engalanadas, caballistas o romeros de a pie acompañan a su titular con el simpecado hasta la ermita. Aquí obviamente aplaudiría a otra romería, si esa que está pensando amigo lector, la que pertenece a la Hermandad del Rocío de Triana.
Los que acudieron a esa logia de amigos en jornada sabatina-matutina, sabian de qué se trataba; esta singular asamblea que sin “orden del día” ni citas previas, se aglomeró para tratar como único punto, la "charla espontánea" en la cual tuvieron cabida los de “ayer” y los contemporáneos que también quisieron fondearse a ese círculo de “güenas” gentes.
No es fácil hacer una semblanza de quien dirigió la cátedra de la mejor tertulia del “43”, con buen sabor, como aquel licor que llevó el número de su establecimiento. Manuel Sánchez Pérez: con M de magnifico restaurador, con S de solicito en el recorrido por la banda interior del mostrador, con P de paladín para el buen trato, con delicadeza, como si se tratase de un buen torero, sabedor de guardar la distancia corta, sin entrar al asta de la irreverencia, manejando la seda de la discreción y el percal de su sabiduría, brindando siempre con un “hasta luego”.
Desde este balcón trianero, informamos que en la C/ Pagés del Corro, 43, existió el mejor estadio cultural, donde todos los días, pero de manera especial uno de la semana, se llenaron los graderíos de respetable público, dispuestos no a jugar ningún partido, ni ligas; estos encuentros siempre terminaron con empate; o lo que es lo mismo, igualdad en el trato, equilibrio en las ponderadas charlas.
Aunque este articulo no trata de elogiar las cualidades culinarias de Manuel Sánchez Pérez, podríamos citar desde su aspecto gastronómico: que teníamos todos un lugar durante toda la semana, solicitabamos unos churros o tostadas cuando despuntaba el día, o gozabamos de una cerveza bien “tirada”, aunque nosotros diríamos de una “rubia bien depositada en el cristal” y que él completaba con una tapa (muchas de ellas que se hacen en su pueblo en la llamada “feria de la tapa”, como de melva. con papas aliñás o docenas de montaitos que salen de su “alhacena” e incluso nos atrevemos a trasladar, que en su casa participaría para hacer unas migas como en cada 28 de febrero celebran en su Aznalcóllar y se atreverá junto a su esposa para cocinar un potaje campero. (Su Sra., nacida en Albaida, pueblo aljarafeño-aceitunero, donde él recuerda a los industriales que se acercaban a contratar la compra de este oro líquido mediante anotaciones en la libreta pertinente).
El Ancla dispuso de la mejor “galería” fotográfica de gentes, taurinas, flamencas o de cualquier inclinación por las artes plásticas, de medios de comunicación y de diversas condiciones sociales; la mayoría de las instantáneas, tomadas por GASÁN y que Triana podría abrirle una calle o plaza, como en la que se "entretiene" actualmente.
Manuel no solía intervenir en las conversaciones si no se lo pedían, pero siempre estuvo dispuesto a defender a su Aznacóllar y de manera concreta a su paisano torero: Luis de Pauloba, o de sus cantaores flamencos José Domínguez - El Cabrero ó Pepe Aznalcóllar, por ejemplo.
En definitiva en cada sábado matinal, surgia un milagro, se aglutinaban tantas personas en su “tablao” de convivencia, como en las que conforman la decoración en esa tertulia en Triana.
Imaginamos que el lector, ha sabido reconocer de que hablamos en pasado. Efectivamente, aquel "Manolo del Ancla", levantó el áncora de su ejemplar vida y quizás ahora se dedique a no practicar el “deporte de alzada de pesos de cristal”; pero fuera de aquella barra encontrará un “porvenir” jubiloso, de manera parecida como aquella soleá que cantara hasta el 2005, Antonio Núñez Montoya “Chocolate”.
“Sentadito en la escalera,
esperando el porvenir
y el porvenir que no llega”.

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